jueves, 24 de enero de 2019

Suerte

Tengo suerte.
Tengo suerte de vivir consciente.
De valorar lo que la vida me ofrece día tras día.
De necesitar cada vez menos y ser más quien esperaba, aún sin haber llegado al final.

Suerte de darme cuenta cada día de que este tiempo que me regala la vida termina.

Y como una niña con zapatos nuevos, no sufro porque un día se mojen, o se estropeen. Y haya que tirarlos. Porque ya sé que ocurrirá tarde o temprano, o morirán conmigo.
Pero no sufro.
Disfruto, los uso, salto, río. Respiro. Y vivo.

Tengo suerte.
De haberme perdido tanto un día, de haber conocido a los que me distrajeron.
Y de tener que encontrar de nuevo el camino.

Andar tuve. Y mucho. Por senderos de hierba alta. Que aunque me hicieran perder el sentido, me dieron perspectiva y me enseñaron paisajes increíbles.

Hierba muy alta, más que mi cabeza, barrizales, y lluvia.
Pero también amaneceres brillantes, arcoiris, horizontes infinitos. Y amigos, muy buenos amigos.
Personas inspiradoras. Antes, ahora y en el futuro. Compañeros de vida.
Tengo suerte.
De haber podido disponer de tiempo para llenarme con todos ellos.
De haberme educado en valores y principios que, como si de una brújula se tratase, me recordaron hacía donde yo iba.

Suerte.
Porque aún sin saber dónde iba, conseguí las fuerzas para seguir caminando, hasta retomar la dirección.
Y encontrarla ahora conociendo tan bien el camino.
Eligiendo como pasear por él, a mi gusto.

Y eso es suerte.
Afortunada, agradecida y consciente con la vida.