miércoles, 13 de noviembre de 2019

Microgestos

Microgestos. 
Esos que la conciencia no alcanza a controlar. Esos que reflejan lo más irracional.

Son los que, si tengo que elegir -si puedo-, más me gustan de ti.

Y es que no es tu pelo, tu sonrisa eterna o tu forma de vestir. 

Es tu energía, tu carisma, tu elegancia natural.

Llenas, inundas, brillas. Eres grande.
Fascinante. Atrayente. Como un enorme imán.

Microgestos. 
Me quedo con ellos. Tu verdad.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Brillar con luz propia

Hace algunos años se puso muy de moda, y de hecho lo hablaba en un post, eso de la zona de confort, la de pánico y la mágica.

Es muy gráfico, y muy real.
Ahora, de nuevo, he vuelto a cruzar esa pasarela.

Soy miedosa, valoro la comodidad, intento no perderla de cien maneras, pero por encima de todo, persigo lo que quiero, y no descanso hasta encontrar las armas para conseguirlo siempre.

Y, francamente, merece la pena.

No hay duda de que, con independencia de lo que venga, sentir que das un paso en la dirección correcta, afrontando los riesgos y consecuencias, es realmente mágico. Compensa. Siempre compensa.

Para mí, estos son los momentos por los que merece la pena luchar en la vida.

Esas sensaciones, las que refuerzan las convicciones. Y hacen creer en el instinto. Sensaciones de realización, y de fortuna.

No hay nada como vivir fluyendo.
Alcanzar una meta.
Caminar en el presente construyendo futuro.

Sin maquillaje, sin aditivos.
Brillando con luz propia.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Vacío

Te invade justo un instante después de haber dado el paso definitivo.

Al principio parece vértigo, como si de un precipicio acabases de saltar. Indescriptible, potente, insoportable.

Tan sólo unos minutos más tarde, la aceleración del salto se empieza a desvanecer, iniciando la caída.

Sientes el estómago encoger.
Te duele, da vueltas, necesitas cubrirte la tripa con las manos para ofrecer protección, evitando que el pánico se apodere de tu cuerpo.

Quisieras volver a tierra firme. Esa tierra en la que, ya fuese en un sofá o de pié, de tacones, de puntillas o escondida en un huequito de la pared, te permitía agarrarte.

Esa tierra firme a la que ya no puedes volver.

Nerviosa, miras atrás, haces aspavientos en vano.
Piensas que tú, querías, o más bien supiste que tenías que saltar, pero te enfada que no te sujetaran, o intentaran convencer de permanecer.

Y sientes que es el producto de tu decisión, sin interferencias.
Lo que tenías en la cabeza, pero no en la emoción.

Aún esperas que sea un juego, y el cable elástico alcance su máximo. Que de forma inesperadamente emocionante retorne con un fuerte impulso hasta ese prado verde allá arriba.

Que te siente con las piernas colgando, de la cima a la pared y te permita admirar la inmensa brecha que acabas de sobrevolar, sin secuelas. Y sólo sea una experiencia intensa y que no quieres volver a repetir.

Pero tocas, palpas, buscas... y sigues sin encontrar el arnés.

Lo inevitable está por llegar.
Miedo. Tristeza. Angustia o ansiedad. Miras hacia todos lados buscando una salvación.

No hay rastros de vida humana que te devuelvan a ese prado verde.

Pasa tiempo. Interminable.
Parecen horas, días. No te rindes pero empiezas a pensar que es el final.

Tienes suerte. Miras abajo, y ves. Ves a toda esa gente que sin esperar nada a cambio, te han tendido un colchón, portan un botiquín, una mantita, y un cálido té.

Vas a caer, y las lesiones del impactos son inevitables.

Pero toda esa gente, que no puede devolverte a ese prado, sin embargo te espera para evitar lo peor.

Y caes, y te duele, acuden a tu socorro.
Te dejas querer.
Has logrado sobrevivir, y sientes que era una pesadilla pero estás para contarlo.

El vacío seguirá siendo vacío.
El vértigo, el pánico, el miedo, seguirán siendo parte de mi experiencia.
Donde me hice herida, cicatriz permanecerá.
Pero el dolor, con el debido tratamiento, irá remitiendo hasta ser parte del recuerdo.

Aún espero poder volver a ese prado sin sentir que tengo que saltar.

viernes, 19 de julio de 2019

El manzano fantástico

Es gracioso.
Tras decaer repetidamente en el intento de adornar mi mesa de despacho con plantas naturales, lo rescaté en una de mis visitas a Málaga.

Es un adorno que me ha acompañado casi siempre, que me identifica, y que al recordar la historia de cómo llego a mis manos, hoy me hace confirmar algunos rasgos de mi personalidad.

Lo vi, supe que me daba buena energía y que lo quería para mí. El señor de la tienda de muebles que nos vendía mi súper habitación, a regañadientes -pero dirigido por su superior-, accedió.

Fantasioso, fantástico o imposible. Gracioso, alegre, redondito.

Perenne estado de semimadurez. Positividad y buenas vibras.
Expectativas poco realistas.
Y un toque de capricho.

Yo y mis cosillas.

lunes, 8 de julio de 2019

Pasta mamá

De ella siempre dijimos «está hecha de otra pasta».

Al igual que cada material tiene sus propiedades, y una denominación, pero no reconozco ningún otro que sea igual.

Al pensar en ella, a lo que más se me parece es al acero y al algodón.

Algodón porque al pensarla la recuerdo blanda. Blanda, tierna y agradable como el algodón.

Cálida y acogedora, como una mantita en una tarde de invierno. De algodón.

Ella cuida, cura y mima. Con templanza y valentía. Como se curan las heridas.
Con algodón.
Pero sobretodo con dulzura, paciencia y mucho amor.

Al igual que este material, ella amortigua golpes, pues tiene un alto componente de comprensión. 

Ella es de acero y algodón.

Para amortiguar sin romper, acero debajo lleva. Por eso digo que de acero también debe ser.

Comprometida.
Como los enlaces moleculares de este metal, fuertemente ligados, unidos íntimamente sin otra fácil intención.

Ella es torrente de energía incesante. 

Siempre derrochando incondicional amor.
Como el acero, eres fortaleza. 

Eres algodón.

Mamá, eres constancia y persistencia.
Indestructible. Aunque ser humano.

De acero y algodón.

Si además le sumas también GENEROSIDAD -en mayúsculas-, y perdón.

Definitivamente ella es un nuevo material, una pasta especial.

Que la hace única, grande, especial.

Ella es «pasta mamá».

miércoles, 29 de mayo de 2019

Buscando sitio

Si vueltas da mi vida, más vueltas llevo dadas con la «minibolilla» al barrio céntrico en el que vivo en los tres últimos años, tratando de conseguir aparcamiento.

Puedo pasar cuarenta y cinco minutos buscando sitio hasta calles limítrofes, y cuando llego a mi portal hay hueco en la misma puerta.

Otros, como hoy, doy vueltas hasta desistir, obligándome a llevar el coche hasta mi próximo destino, y al regresar hay un libre en la calle.

A veces, sin más, llego y ahí está mi sitio.
Todas las conjugaciones que se nos ocurran.

En esas horas de mi tiempo invertidas -además de pensar, entre muchas otras cosas, que el parking que comparto no me resulta muy operativo y debo de buscar mejores alternativas - se despierta mi faceta filosófica y pienso que encontrar aparcamiento es como la vida misma.

Siempre queremos lo mejor y prontito, pero a veces es preciso esperar, alejarse incluso, dejar de insistir, y regresar con otro aire, y de repente todo fluye.

Otras, simplemente hay que comprender que aunque buscábamos lo mejor, no podemos siempre conseguirlo, ni predecir lo que en otro lugar ocurre, optando por la mejor opción en ese preciso momento.

Afortunadamente, algunas son sencillas, y sin más dilación, suceden como deseamos.

Así es la vida. Caprichosa, a veces incontrolable, complicada o simple, pero sobretodo, cada vez diferente.

Hemos de estar preparados para buscar siempre lo mejor, pero también para aceptar, comprender y disfrutar cada día como si fuese el último.

Y es que, como dice Raquel, «lo hiciste lo mejor que pudiste en ese momento con lo que sabías».

*Aún conservo el apodo cariñoso que puso él a mi coche.

domingo, 26 de mayo de 2019

Perspectiva

Quizá el momento más irritante de nuestra primera experiencia fuera de Madrid se convirtió sin embargo en un pequeño descubrimiento para mí.

Bajo tu insistencia encontré una intención que, transcurridas unas horas, realmente comprendí, y me gustó.

Ver el camino en global, y no en cada Stop.
Alejar el mapa, con un simple botón, abre la perspectiva a más largo plazo, y da pistas para elegir a corto, con mejor criterio y orientación.

Tomar pequeñas decisiones sin conocer bien la meta resulta sin duda más complejo. Perspectiva.
Parecido a eso que dicen de alejarse del problema para encontrar la solución.

Entendí un poco mejor cómo funciona tu mente, y un poco de lo que debo aprender yo.

Otra de las 72.000 lecciones...
😊

lunes, 15 de abril de 2019

Ese sitio bonito de mi corazón

Sé que tengo un toque fantasioso.
Me divierte vivir la vida como una película americana. Soñar. Imaginar. Y creer que la vida es una aventura con final feliz.

Pero también soy consciente y realista. Busco la oportunidad en la dificultad. Lo importante entre la multitud. Y más que creer, me gusta crear.

Una de las ilusiones que tengo, y en las que pongo empeño en hacer que pase, es la de vivir una vida desde la verdad. Dando lo mejor y sin forzar. Dejando que las cosas fluyan y salga lo que tenga que salir. Viviendo despierta cada sensación.

Sin querer lo estoy haciendo contigo. El lado racional, impaciente y en desacuerdo, muchas veces me dice que no. Sin embargo, es un experimento. Siento que siguiendo así, sin a veces recibir en base a lo que espero o la razón dice que debo recibir, sino dando sin esperar, has pasado a entrar en una zona que me gusta.

Ese sitio bonito de mi corazón.

Ese sitio en el que quiero sin interés y sin ambición. Respeto y guardo con amor. Admiro y valoro por encima de las circunstancias. La verdad, me encanta esa sensación. Sé que es mía, subjetiva, e ilógica. Quizás es sólo porque me hace sentir bien. Pero me gusta que la gente de quien me rodeo esté aquí. Y espero que siempre permanezcas en él.
Ese sitio bonito de mi corazón.

domingo, 14 de abril de 2019

Días nublados

A menudo nos quejamos de la lluvia y de los días en los que no sale el sol.

Días grises, oscuros, ceniza.

En los días nublados andamos tristes, melancólicos, malhumorados, entre quejas y pitidos de claxon. Corriendo de lado a lado. Sin despertar.

En los días nublados sentimos que la vida es compleja, todo es rutina y dolor.

Sin embargo hoy me di cuenta y realmente me pregunté porqué. Disfruté del paseo. Sentí el olor a tierra mojada, y exhalando una discreta sonrisa pensé que sin esos días no existiría la ilusión.

Sin ellos no habría lluvia ni arcoiris.
No habría vida, vegetación.
No habría mantita ni peli. Infusiones calientes.
Abrazos. Calefacción.

Entendí que a los días nublados hay que quererlos, disfrutarlos, y que son necesarios para valorar los días de sol.

lunes, 25 de febrero de 2019

Dosis de realidad

Había pasado demasiado tiempo sin hablar con ella.
La vida pasa rápido, los caminos se separan y vas dejando atrás a personas que en algún momento fueron fundamentales en tu vida.
Hoy llegó el día en que decidí que había pasado demasiado tiempo y seguía siendo una pequeña parte de mí.
Dosis de realidad.
Esas cosas que nunca imaginarías que te contarían, que a veces escuchas de los demás pero a ti no te pasan.
Eso me ha contado hoy.
Realmente me ha hecho parar. Es injusto, duro.
Es feo.
Y a la vez he recordado lo pura que ella es. Dulzura eterna.
Te quiero amiga.
Pase lo que pase, sigo estando aquí.

jueves, 24 de enero de 2019

Suerte

Tengo suerte.
Tengo suerte de vivir consciente.
De valorar lo que la vida me ofrece día tras día.
De necesitar cada vez menos y ser más quien esperaba, aún sin haber llegado al final.

Suerte de darme cuenta cada día de que este tiempo que me regala la vida termina.

Y como una niña con zapatos nuevos, no sufro porque un día se mojen, o se estropeen. Y haya que tirarlos. Porque ya sé que ocurrirá tarde o temprano, o morirán conmigo.
Pero no sufro.
Disfruto, los uso, salto, río. Respiro. Y vivo.

Tengo suerte.
De haberme perdido tanto un día, de haber conocido a los que me distrajeron.
Y de tener que encontrar de nuevo el camino.

Andar tuve. Y mucho. Por senderos de hierba alta. Que aunque me hicieran perder el sentido, me dieron perspectiva y me enseñaron paisajes increíbles.

Hierba muy alta, más que mi cabeza, barrizales, y lluvia.
Pero también amaneceres brillantes, arcoiris, horizontes infinitos. Y amigos, muy buenos amigos.
Personas inspiradoras. Antes, ahora y en el futuro. Compañeros de vida.
Tengo suerte.
De haber podido disponer de tiempo para llenarme con todos ellos.
De haberme educado en valores y principios que, como si de una brújula se tratase, me recordaron hacía donde yo iba.

Suerte.
Porque aún sin saber dónde iba, conseguí las fuerzas para seguir caminando, hasta retomar la dirección.
Y encontrarla ahora conociendo tan bien el camino.
Eligiendo como pasear por él, a mi gusto.

Y eso es suerte.
Afortunada, agradecida y consciente con la vida.