martes, 3 de noviembre de 2015

Yoga y paciencia

Sí, lo reconozco. La paciencia es una de mis mayores carencias. Supongo que por una combinación entre las actitudes observadas en mi padre, mi carácter entusiasta y la "corta" edad. Como esta tercera variable es irremediablemente así, variable, y las experiencias vitales me van demostrando que no suele ayudar dicha actitud, me he interesado desde hace un tiempo por modular esa debilidad mía. 

Más allá del trabajo psicológico que me marcaba como objetivo en las charlas con Raquel, descubrí que el yoga ya estaba provocando efectos en mí sin necesidad de proponérmelo. Sin querer estaba empezando a incorporar la paciencia a mi vida. OMG!

Y es que, esta práctica milenaria es mucho más que un deporte. Podría pasar horas escribiendo sobre este gran descubrimiento mío. Pero pondré solo de muestra un botón:

Un asana. Lo que puede parecer un simple estiramiento. Conseguir y mantener una posición requiere control, estabilidad, concentración. Te obliga a ir despacio pero con firmeza. A tu ritmo, con calma pero con determinación. Eres tú quien decide, digno, cómo y cuando respirar. A qué ritmo moverte y con qué velocidad.

Y de repente, te sorprendes con una preciosa posición, en la que cuerpo, mente y energía conectan casi a la perfección.

Pd. Querido yoga, sé que este es sólo el inicio de una bonita relación. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario