... ¡sería un pájaro! Un pájaro de esos enormes como el que transportaba a los pitufos! Y no es por que me haya afectado tanto AVE arriba y abajo, sino porque el autoconocimiento que últimamente estoy haciendo de mí misma me ha llevado a pensarlo.
Ser libre, capaz de transportarte con tu propio cuerpo, e incluso de transportar a otros, sin ayuda o limitación alguna, simplemente abriendo tus alas, surcando atardeceres, a veces sólo, a veces en compañía, sobrevolando preciosos lugares, y deteniéndote sólo en aquellos que te agradan, en un nido hecho por tí, personalizado y acogedor, donde te esperan tus iguales. Simplemente me parece seductor.
A mi chico, sin embargo, lo compararía más con un fiel pastor alemán. Es protector, saca los dientes por los que le importan. Es noble, jamás haría daño a los suyos. Es fiel, nunca te falla, siempre está ahí en lo verdaderamente importante. Es observador, no se le escapa nada, y sobretodo, enormemente inteligente. Admiro su entereza y valentía. Su amor y su determinación.
A mí me encantaría transportarlo sobre mis alas y hacerle descubrir ese bello mundo desde el cielo. Él, quizá, desee tenerme junto al fuego, bien resguardada del frío invierno. No sé si ser de distinta especie nos hará incompatibles o complementarios, el camino de la vida lo irá diciendo, pero a día de hoy sé que no hay nada más placentero que llegar al nido tras mi vuelo y encontrar a mi can saltando de alegría y con las ramitas del fuego bien ardiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario